La sostenibilidad agrícola es uno de los principales desafíos de este siglo, y el uso de microorganismos beneficiosos como el Bacillus subtilis se posiciona como una solución prometedora. Este bacilo grampositivo ha demostrado ser una herramienta eficaz para promover la salud del suelo, mejorar el crecimiento de las plantas y reducir el uso de productos químicos sintéticos.
Beneficios en la rizosfera y el suelo
El Bacillus subtilis actúa como una rizobacteria promotora del crecimiento vegetal (PGPR). Entre sus principales funciones destaca la producción de fitohormonas como auxinas, que estimulan la formación de raíces, así como la solubilización de fosfatos, facilitando su absorción por parte de las plantas. Además, forma biopelículas que mejoran la estructura del suelo, favoreciendo su aireación y capacidad de retención hídrica.
Otro de sus efectos más relevantes es su capacidad para inhibir patógenos del suelo mediante la producción de compuestos antimicrobianos naturales. Esto permite un control biológico más eficiente y respetuoso con el entorno frente a enfermedades radiculares comunes en los cultivos intensivos.
Reducción de emisiones y uso en ganadería
Más allá de la agricultura, los beneficios del Bacillus subtilis también alcanzan a la ganadería. Diversos estudios sugieren que su uso como probiótico en la dieta de rumiantes contribuye a una fermentación más eficiente, reduciendo la producción de gases como el metano. Este efecto antimetanogénico lo convierte en una herramienta útil en la lucha contra las emisiones de efecto invernadero procedentes del sector agroalimentario.
Según investigaciones recientes, la inclusión de Bacillus subtilis en dietas específicas también mejora la producción de ácidos grasos volátiles beneficiosos y reduce la acumulación de compuestos como el lactato o el amoníaco, optimizando el entorno digestivo de los animales.
Un aliado ecológico
Gracias a su versatilidad, el Bacillus subtilis se perfila como un aliado clave en la transición hacia una agricultura más ecológica y eficiente. Su uso favorece la fertilidad del suelo, reduce la dependencia de fertilizantes químicos y mejora la salud de las plantas, todo ello sin comprometer el rendimiento del cultivo.
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