Hasta hace algunos años había que esperar hasta el mes de octubre para ver en el mercado las primeras chirimoyas, cuya campaña duraba apenas unos cuatro meses. Pero el avance en las técnicas de poda y polinización ha permitido estirarla notablemente, hasta el punto de que al menos durante las dos terceras partes del año se puede encontrar este subtropical en las tiendas.
Ya a finales de agosto pasado comenzaron a cosecharse las primeras piezas debido a un adelanto de la campaña, aunque es en septiembre cuando habitualmente se pone en marcha. Este año las perspectivas son similares al año pasado, tanto en lo referente a la calidad del producto como a su volumen de comercialización. Y en cuanto a precio, como suele ocurrir, empezó en un buen nivel, aunque fue cayendo conforme el mercado se fue abasteciendo.
Una de las principales empresas comercializadoras de este subtropical es Frutas Manzano, cuyo responsable de Exportación e Importación, Alberto Casanova, afirma que “la campaña es similar a la de años anteriores en términos de producción, la cantidad de kilos no ha variado demasiado”. En cuanto a la calidad, “está siendo bastante buena, como la media de otros años”. Señala que el tiempo “este año ha sido un poco más caluroso y hemos comenzado la campaña con unos diez días de adelanto”, ya que “fue a finales de agosto cuando empezó a llegar la primera chirimoya a nuestro almacén, y ahora ya nos encontramos con un volumen importante”.
Otra importante empresa del sector es Frutas El Cerval, con sede en Almuñécar, y su responsable, Gregorio Jiménez, explica que “con las temperaturas bastante altas que hacen, que no favorecen mucho a la chirimoya, las calidades no están bien al cien por cien”. Debido a esta cuestión, señala que durante el mes de septiembre la zona del Valle del Río Verde –Almuñécar, Jete, Otívar- todavía no había empezado a producir, y la que ha empezado a hacerlo es la del centro de la comarca, en municipios como Molvízar, Lobres o Motril. Asegura que el margen de temperaturas más favorable para este fruto se sitúa entre los 16 y 22 grados, pero en el inicio de campaña ha habido días que “hemos llegado hasta los 27 y 28 grados”.
Según Jiménez, “ha sido un año bastante seco, y aunque las temperaturas aquí en verano pueden ser bastante crueles, no lo perjudica”. Sin embargo, “a la hora de recoger el fruto sí es conveniente que bajen para que coja consistencia”, y además “el mercado consume más chirimoya con frío que con calor, no sé por qué”.
En lo referente a los precios, ambas comercializadoras coinciden en que han empezado muy altos, para luego caer de forma brusca. Si bien las cantidades que obtienen los agricultores son variables, ya que dependen del calibre y la calidad del fruto que entreguen, suelen mantenerse en cada momento dentro de una horquilla. Al principio de la campaña, según el responsable de El Cerval, se situaba entre los 2,40 o 2,50 euros para los calibres más altos, mientras que ya avanzado el mes septiembre cayó hasta los 0,70 o 0,80 de media. Espera por no obstante que repunte según avance la campaña, pues para que el agricultor vea rentabilizado su trabajo y le traiga algún beneficio “tendría que tener un precio de 1 euro de mínima”. En ese sentido, si este otoño lloviera, “sería un balón de oxígeno”.
En lo referente a Manzano, los datos no difieren demasiado. Al comienzo el precio se situó en torno a los 2 euros el kilo, mientras que luego bajó hasta un margen de entre 0,80 y 1,20 euros, que según estima su encargado de Exportación “se mantendrá estable durante varias semanas”. Explica que “prácticamente todas las campañas se inician con precios bastante altos porque la oferta es limitada, ya que son pocas las frutas que están listas para recolectar y hay mucha demanda. Pero luego van cayendo conforme van pasando los días, ya que los mercados se abastecen”. Una cuantía que, para Casanova, “es bastante asequible para el cliente y es lo que necesitamos para sacar grandes volúmenes”. Ocurre que “todas nuestras cadenas de supermercados han empezado los programas y preparan promociones que permiten enviar grandes cantidades de chirimoyas”. En líneas generales, afirma que “ha aumentado ligeramente el precio medio para el agricultor, en torno a un 15 por ciento respecto a la campaña pasada”.
Una de las grandes ventajas que tiene la chirimoya es la extensión de su campaña, que normalmente se inicia en septiembre y se prolonga hasta abril, pudiendo llegar incluso hasta mayo. Los avances en innovación de los últimos años en relación a este fruto han permitido desarrollar un sistema de poda y polinización que permite una segunda floración, por lo que en enero se inicia una nueva fase de producción.
Tradicionalmente la chirimoya era una fruta de invierno que se cosechaba entre octubre, noviembre y diciembre, pero estas técnicas de poda en verde para realizar una recolección de primavera tardía han favorecido que su periodo se alargue por ambos extremos. De esta forma, si no hay factores externos negativos, desde principios de septiembre hasta finales de abril, cuando menos, se puede encontrar este subtropical en el mercado, algo que según Alberto Casanova “es muy interesante para las cadenas de supermercados porque pueden realizar programas a más largo plazo”.
Esta empresa, que cuenta con almacenes en Almuñécar y en Salobreña, espera comercializar unos 7 millones de kilos durante la campaña, cifra similar a la de los últimos años. La gran mayoría se destina al mercado nacional, el 80 por ciento, y el resto a mercados internacionales como Portugal, Francia, Italia, Países Bajos o Reino Unido. “La chirimoya siempre tiene la limitación de una vida útil corta, por lo que no es una fruta para enviar demasiado lejos”, matiza Casanova. Por su parte, Gregorio Jiménez destaca que el volumen de comercialización en su empresa será similar al de todos los años, ya que al ser también propietaria de varias fincas puede regular la polinización y controlar la cantidad de kilos que se producen.
Un tema que desde hace un tiempo es cuestión de debate en la comarca es la posible reducción de la superficie de cultivo dedicada a la chirimoya, ante el incremento de la de otros subtropicales como el mango o el aguacate, que en el último tiempo han alcanzado mejores precios en el mercado. No obstante, Jiménez asegura que la cantidad de plantas “se mantiene igual, no se han arrancado este año”, pero reconoce que esto sí ha ocurrido “hace tres o cuatro años”. También recuerda que tiempo atrás se plantaron chirimoyos en zonas altas, pero ello no dio resultado al no obtenerse la misma calidad y al verse afectados por alguna plaga, por lo que en ese caso sí se tuvieron que arrancar.
Por parte, Alberto Casanova coincide en que la superficie de plantación “está más o menos estable en los últimos años”, y “si ha habido cambios de cultivo no han sido excesivos, el que tiene chirimoyos suele continuar con ellos”. Otra cosa, añade, es que “no esté creciendo la superficie debido a que las nuevas plantaciones sí se enfoquen más al mango o al aguacate”.