En España se cometen al menos 64 robos cada día en explotaciones agrícolas y ganaderas. Tras esta fría estadística se esconden miles de familias que se ven obligadas a afrontar una importante pérdida económica y un grave perjuicio en el desempeño de su actividad por culpa de bandas criminales organizadas.
Desde UPA se ha dado la voz de alarma ante esta situación «realmente insoportable», exigiendo a las autoridades que tomen las medidas imprescindibles para garantizar la seguridad en las explotaciones agrarias, «pero hasta ahora todo sigue más o menos igual. El campo se encuentra abandonado a su suerte y nadie parece poner remedio», afirman.
Los responsables de Interior han explicado en la reunión con las organizaciones agrarias en Madrid que el plan de choque contra los robos en el campo puesto en marcha en 2011 obtuvo buenos resultados. El ritmo de incremento de los robos se redujo, aunque de hecho siguió creciendo la cifra absoluta, hasta alcanzar los 23.348 robos denunciados en 2012.
Según Coag, se ha producido un incremento del 14% de los robos en las explotaciones agrarias en el último año.
UPA ha insistido en la importancia de destinar un número de efectivos suficiente a la labor de prevención del robo, obteniendo el compromiso de Interior de que reactivarán el plan de choque de hace dos años.
La organización ha demandado la modificación de las penas por reincidencia en el Código Penal –comprometida por el ministro de Justicia Ruiz Gallardón hace ya varios meses- y han pedido que se realice una valoración del daño que produce el robo, que se vigilen los centros de recepción de mercancía y que se mejoren los cauces de información entre los responsables de Interior, Agricultura y las organizaciones agrarias.
El Secretario General de COAG, Miguel Blanco, ha alertado del incremento de bandas organizadas, fundamentalmente de españoles y rumanos, y el aumento de los robos con violencia. «Ahora no sólo hablamos de las cuantiosas pérdidas por el robo de maquinaria, aperos, sistemas de riego, cobre, cosechas o cabezas de ganado, etc… sino de la integridad física de los agricultores. Es un problema de seguridad ciudadana que requiere seguridad pública y no privada», ha subrayado Blanco, a lo que ha añadido que «la sensación de impunidad crea un clima de desconfianza en el sector y en muchos casos los afectados descartan poner una denuncia porque la experiencia les dice que no servirá para nada, de ahí que los casos registrados no constaten la gravedad real».
No hay un patrón único que sirva para definir al colectivo de los ladrones rurales. Buena parte de las noticias difundidas ha incidido en la existencia de bandas de ciudadanos de algunos países del este europeo o del Magreb para, a continuación, hacer algunas denuncias un tanto xenófobas. Es cierto que entre los detenidos aparecen bastantes rumanos y marroquíes, pero también nos encontramos con un número significativo de ciudadanos españoles dedicados a estas actividades delictivas, de hecho el 72% de los detenidos por robos en el campo son españoles, seguidos de los rumanos, por un 20%. El buen conocimiento de las zonas y de los momentos más idóneos para cometer los delitos parece indicar que estas bandas disponen de informantes dentro del propio mundo rural. En resumen, que se trata de redes amplias y organizadas que se dedican al despojo sistemático del sector agrícola y ganadero, más desprotegido que nunca.
Prácticamente todas las comunidades autónomas se encuentran afectadas por los robos rurales. Quizás las situaciones más dramáticas se han registrado en la Comunidad Valenciana, Andalucía (especialmente en Almería), Cataluña, Murcia, Madrid y Galicia, pero el fenómeno se encuentra repartido por todo el territorio nacional.
Comenzando por las comunidades del norte peninsular, Galicia parece presentar una situación bastante negativa, con bastantes robos de cultivos y de ganado, de aperos y de metales. Se han dado casos de robos con violencia en casas aisladas del medio rural. En Asturias parece haber más tranquilidad, aunque se han registrado algunos robos aislados de cabezas de vacuno y, también, de las bañeras de hierro que se usan como bebederos. Cantabria, por su parte, es una de las zonas más tranquilas con un índice muy bajo de robos. En el País Vasco, Navarra y La Rioja tampoco parece que la situación sea muy preocupante, aunque se han reportado algunos robos de instalaciones de riego y vitivinícolas. En Aragón, la situación resulta más preocupante, con robos de aspersores de riego y cables de cobre, cabezales de riego, grupos electrógenos, gasoil y placas solares. En Teruel se han reportado varios robos de tractores y en Huesca se organizaron patrullas de vigilancia para enfrentarse a la situación. Cataluña es en la actualidad una de las zonas más calientes donde se registran robos de material metálico de todo tipo, de maquinaría e insumos agrícolas, de cabezas de ganado (ovino, avícola y porcino) y de cultivos.
En Lleida se han organizado patrullas de vigilancia para proteger la cosecha de fruta. Algo similar ocurre en la Comunidad Valenciana, donde han destacado importantes robos de la cosecha de cítricos, a los que hay que añadir otros cultivos, metales, maquinaria, productos fitosanitarios y cabezas de ganado.
Murcia también presenta una situación preocupante con robos de fruta, cítricos, frutos secos, hortalizas y material metálico de todo tipo. En Andalucía los robos varían de una provincia a otra. Almería parece encabezar el ranking autonómico, con numerosos robos en sus explotaciones hortícolas.
En las zonas olivareras la situación parece ahora más tranquila, aunque ha habido momentos donde los robos han sido muy comunes. En las dos Castillas y Extremadura se registran los consabidos robos de metales y maquinaria, además de cabezas de ganado (ovino y porcino de manera preferente).
Por su parte, Madrid es otra de las zonas donde los robos se han convertido en una pesadilla cotidiana. Productos cultivados, cabezas de ganado, metales, etc., son saqueados de manera continuada. Por último, en Canarias se han producido algunos robos de hortalizas, fundamentalmente de patatas, mientras que en Baleares la situación parece estar bastante tranquila.