El Instituto Tecnológico del Embalaje, Transporte y Logística (ITENE) ha participado en el XI Congreso AECOC de Seguridad Alimentaria, celebrado recientemente en Madrid, donde ha avanzado los principales retos y necesidades que deben satisfacer los envases para cumplir con las normas en materia de seguridad alimentaria. Laura Valle, responsable de la Oficina de Materiales destinados al contacto con Alimentos y Cosméticos de ITENE, ha identificado cómo la tendencia del mercado camina hacia el desarrollo de nuevos envases que satisfagan diferentes necesidades de los consumidores y nuevas formas de vida. Se plantean envases de materiales reciclados, horneables, microondables, activos, inteligentes, envases elaborados con bioplásticos o mejorados con nanotecnología.
Sin embargo, el reto de todos ellos es que cumplan con las especificaciones en materia de seguridad alimentaria.
Los envases horneables y microondables, por ejemplo, deben garantizar que no se produce migración del material en las diferentes temperaturas de calentamiento exigidas para la preparación del alimento.
Por su parte los envases activos, que pueden alargad la vida útil de los alimentos, deben garantizar que las sustancias que se incorporan son idóneas para el contacto alimentario. Por su parte, los envases fabricados con material reciclado, también deben contar con una garantía de limpieza total.
Y los envases inteligentes, capaces de ofrecer información sobre punto óptimo de consumo, de cocción o, incluso, si se ha roto la cadena de frío en su traslado, deben ofrecer seguridad de que la información que aportan es correcta.
En este sentido, Laura Valle ha comentado en el congreso de AECOC que la industria alimentaria se debe adaptar a las nuevas alertas que surgen respecto a los riesgos de la migración de sustancias desde los envases a los alimentos.
Laura Valle es la responsable de la «Oficina de Materiales en Contacto con Alimentos y Cosméticos» y que responde a la creciente necesidad de garantizar a empresas envasadoras y consumidores que los productos alimentarios y cosméticos son seguros desde la perspectiva del envase que los contiene y que no se produce ninguna transferencia ni contaminación.