Pasa el tiempo y la crisis se agudiza. El campo trata de rentabilizar la explotación agraria y una manera de hacerlo es volver a emplear mano familiar que, en años de ‘vacas gordas’, se cambió por trabajadores externos. Esta tendencia, detectada por la Asociación de Jóvenes Agricultores de Almería ha hecho posible que «las explotaciones agrarias protegidas sean más competitivas en la campaña que está llegando a su fin», señala el presidente de Asaja-Almería, Francisco Vargas. Según el estudio de seguimiento de la presente campaña hortofrutícola bajo plástico llevado a cabo por los técnicos de Asaja-Almería, este año se ha hecho uso de 50 peonadas menos procedentes de empleados por cuenta ajena, supliendo este trabajo con mano de obra familiar. Ese dinero que destina el agricultor a cubrir mano de obra, lo sigue invirtiendo, pero su repercusión queda dentro de la unidad familiar, «obteniendo un 1,5% más de rentabilidad», apunta Vargas.
El aumento de rentabilidad en los invernaderos almerienses, explica Francisco Vargas, con motivo de la entrada en la Unión Europea, generó explotaciones sobredimensionadas en cuanto a la gestión se refiere. «El propietario gestionaba y dirigía la finca, pero la mano de obra, prácticamente al completo, procedía de contrataciones exteriores», apunta el presidente de la organización en Almería. A partir de 2005 esta rentabilidad creciente ha ido disminuyendo, y es ahora, esta campaña, «cuando se ha notado claramente esta tendencia de la vuelta de la familia al invernadero, apoyando el negocio familiar», asegura Vargas.
El procedimiento habitual en el empleo de mano de obra familiar en la explotación agraria, explican desde Asaja-Almería, se basa «en el alta como autónomo en la Seguridad Social por parte de los miembros de la familia». Así, comenta Vargas, «se produce un ahorro en los costes totales, ya que parte de los beneficios entran dentro del sueldo del miembro de la familia. Además, al ser autónomo trabajan más horas, lo que se reduce en gastos extras».
Según los datos que barajan en Asaja Almería, a pesar de que los agricultores han soportado un aumento de los costes de producción referentes a electricidad, agua y otras materias primas para el cultivo, se ha obtenido un beneficio medio, después de incluir hasta el sueldo del propio agricultor, de 2.480 euros. Esto se ha debido, explica Vargas, a «como se han registrado las cotizaciones de los productos, de manera más homogénea y a la reducción del uso de fitosanitarios. Además, del apoyo familiar en las explotaciones».
El sector hortofrutícola almeriense continúa generando empleo y como afirma el presidente de Asaja Almería, «está siendo un refugio para muchos hijos de agricultores que, a pesar de haber finalizados sus estudios, no encuentran un trabajo debido a la escasez de empleo derivado de la crisis económica». Además de hacer «más competitiva la actividad en la finca, por un aumento de la rentabilidad», afirma Vargas, «el sector agrario provincial está favoreciendo la integración laboral para desempleados». Se vuelve al pasado, cuando la familia, en grupo, «sacaba adelante el negocio del cultivo de frutas y hortalizas bajo plástico». Esta tendencia continuará en próximas campañas, a tenor de los resultados obtenidos este año», asegura Vargas. No obstante, añade, «esta mayor implicación de la familia en la explotación no está reñida con la búsqueda de una dimensión mayor para la explotación, una tendencia que también estamos observando en Asaja», mantiene Francisco Vargas.