En la reunión semestral de la sectorial de cultivos herbáceos de Asaja, celebrada en Madrid, los productores han coincido en señalar el descenso significativo de la superficie de siembra en las principales zonas productoras, en concreto entre un 4 y un 5% de la superficie total, lo que equivale a cerca de 300.000 hectáreas. La falta de rentabilidad de estos cultivos es la principal causa y está motivada por los bajos precios en origen que percibe el productor y por el aumento de los costes de producción.
Frente a las 5,5 millones de hectáreas sembradas en la pasada campaña, en este otoño-invierno se han sembrado aproximadamente 300.000 hectáreas menos. Esta disminución afecta a las principales zonas productoras.
La sementera ha sido muy irregular. La falta de precipitaciones condicionó las siembras tempranas y por otro lado el exceso de agua, en el mes de noviembre, provocó retrasos en las siembras más tardías. Como consecuencia de todo esto, la nascencia ha sido también muy dispar, provocando incluso el levantamiento del cultivo, como en el caso de la colza en algunas zonas.
En el caso de Almería, desde Asaja se destaca que la siembra y la nascencia en la provincia se ha desarrollado con buenas condiciones climáticas, y con apenas variación en la superficie, si bien la escasez de lluvias hasta el momento será determinante para la próxima campaña de recogida de cereal. Por otro lado, la falta de rentabilidad sigue siendo la principal preocupación de los agricultores, que este año han tenido que hacer frente a los fuertes incrementos en costes como el gasóleo o los abonos, disminuyendo la rentabilidad y provocando que algunos productores estén apostando por otros cultivos más rentables, como los frutos secos.
Además, en la reunión de la sectorial se ha puesto de manifiesto la preocupación existente entre los agricultores ante la falta de soluciones a la disminución de producción provocada por distintas plagas y enfermedades y la proliferación de la fauna silvestre. La retirada del mercado de distintas materias activas que contribuían a la lucha contra estas plagas deja a los productores sin herramientas efectivas para su control, que sí tienen otros competidores fuera de la UE.
A esta retirada de materias activas del mercado hay que unir también la prohibición de la quema de rastrojos, medida adoptada por buena parte de las comunidades autónomas y que condiciona notablemente el desarrollo del cultivo. No obstante, hay que recordar que esta práctica está contemplada en la normativa comunitaria.
Por todo ello, el desánimo es patente entre los agricultores que cada año encuentra más dificultades para seguir apostando por este sector debido a la falta de rentabilidad no solo de los cereales, sino también del maíz y las oleaginosas como la colza y el girasol. La tendencia, cada vez, mas creciente es buscar otras alternativas de cultivo como son los leñosos e incluso incrementar las superficies de barbecho. Sin embargo, el peligro de esta tendencia es que cada vez seremos más dependientes de terceros países en lo que a nuestras necesidades de consumo de cultivos herbáceos se refiere, incrementando aún más nuestra servidumbre en un país ya de por sí deficitario en cereales.