Entre el 20 y el 30% de la facturación que alcanzan anualmente las empresas obtentoras de variedades vegetales se destina a inversiones vinculadas a desarrollar nuevos materiales, a través de sus departamentos de I+D+i, según los datos proporcionados por Anove, Asociación Nacional de Obtentores Vegetales, en función de la actividad que marcan sus entidades asociadas, en total 55 compañías. Asimismo, dedican hasta un 30% de su personal a esta labor fundamental de investigación.
Según datos de la Comisión Europea, el porcentaje de inversión en I+D de las compañías obtentoras supera incluso al que realizan las de automoción, farmacéutica, industria aeroespacial o tecnologías de la información. Las entidades asociadas a Anove disponen actualmente de un total de 52 centros de I+D en España. De los 34 centros de investigación de hortícolas, 14 (40%) se concentran en la Región de Murcia y 10 (30%) en la provincia de Almería.
La generación de nuevas variedades da respuesta a la demanda de productores y consumidores finales y asegura, al mismo tiempo, «la sostenibilidad económica, medioambiental y social de toda cadena alimentaria», resaltó Anove.
Antonio Villarroel, secretario general de Anove, comentó sobre la relevancia que tiene esta actividad que, «el mercado demanda cada vez más alimentos frescos de absoluta calidad, con nuevas presentaciones, diferentes tamaños y texturas, nutritivos y con más sabor; los quiere en cualquier época del año, cerca de casa, a precios asequibles, más duraderos y con plena seguridad alimentaria. Si todo ello es posible es gracias a la investigación genética que llevan a cabo los obtentores vegetales» que, en la Unión Europea, tiene un volumen de negocio de 6.800 millones de euros y da empleo a 50.000 personas, una cuarta parte de ellas dedicada expresamente a la investigación.
La obtención vegetal, a juicio de Anove, ha demostrado ser uno de los medios «más eficientes» para incrementar la productividad, mejorar la calidad y los valores nutricionales, así como para resolver problemas como enfermedades, plagas, escasez de agua u otras limitaciones del entorno a las que nos estamos enfrentando en los últimos años debido al cambio climático.
Entre la década de los sesenta y el año 2000, los incrementos de productividad «fueron espectaculares en todos los cultivos», creciendo entre el 1% y el 3% anual. Esto detallaron en Anove, «supuso, por ejemplo, que en el caso de los cereales, el aumento de la productividad aumentase en este periodo entre el 100% y el 200%, dependiendo de los tipos». Otros cultivos como la patata, alcanzaron un incremento de casi el 80% y en otros como el tomate, se incrementó hasta un 1.000%. A la innovación que promueven las empresas obtentoras se le atribuye la mayor parte de este aumento productivo.
Casi la mitad de las compañías y centros públicos dedicados a la investigación desarrollo y explotación de nuevas variedades vegetales que están integrados en Anove, participaron la pasada semana en Fruit Logistica, dando cuenta de la fortaleza del sector y su vocación internacional. Las empresas asociadas a Anove ponen en el mercado más del 95% de las variedades utilizadas en los principales cultivos: 99% de hortícolas, 85% de frutos rojos, 90% de frutas dulces, 100% de maíz, 100% de remolacha, 90% de cereal, 90% de girasol o 80% de algodón.
Estas empresas desempeñan un papel fundamental en el sector agrario, como investigadores y proveedores de una innovación que resulta esencial para el desarrollo agrícola. Su facturación anual, en conjunto supera la cifra de 1.000 millones de euros al año y emplean a 2.500 personas. Son multinacionales, empresas familiares, cooperativas y centros públicos, con un mismo interés «promover una agricultura innovadora, competitiva y sostenible, creando valor a la cadena alimentaria y aumentando al mismo tiempo la oferta y la calidad de los productos», explicó el secretario general de Anove.