Viendo los precios a los que se estaban vendiendo las sandías producidas en los invernaderos almerienses en la campaña primaveral, los productores de esta fruta en cultivos al aire libre, como indica Pascual Soler, vicepresidente de Asaja-Almería, además de productor y empresario en la zona de Palomares, ya se temían que, ésta, no iba a ser tampoco una buena campaña. Y es que, con la presente, estos agricultores arrastran tres campañas con precios de venta en origen que no cubren los costes de producción. Esta fruta cultivada en los campos del Levante almeriense cuenta con la ventaja respecto a la que se produce bajo plástico de que soporta menores costes de producción, explica Soler. Sin embargo, «no está llegando a cotizar a ese mínimo valor que nos permitiría seguir adelante».
El inicio de la recolección, este año, registró precios aceptables, en torno a los 0,32 euros, apunta el vicepresidente de Asaja-Almería. No obstante, «tras la primera semana el valor cayó por debajo de los 0,20 euros y durante la mayor parte de la campaña la sandía se ha estado vendiendo entre 0,10 y 0,12 euros, llegando hasta pagarse por un kilo de fruta 0,04 euros al agricultor». Esta situación que se prologan ya tres campañas, explica Pascual Soler, «se debe fundamentalmente a la fuerte competencia que están ejerciendo en la zona empresas tradicionalmente productoras y comercializadoras de tomate que, por la baja rentabilidad de esta hortalizas, han cambiado de estrategia y están produciendo sandía». El valor que se paga por el producto, no encuentra una relación directa con la calidad que se ofrece, ya que «la fruta que se ha producido esta campaña ha sido de una calidad excelente», asegura el vicepresidente de Asaja Almería.
Tal es la dimensión de estas comercializadoras a las que se refiere el productor almeriense, -ubicadas las mayoría de ellas en la región de Murcia, en Águilas y Mazarrón- que «han incrementado en la zona la producción hasta el punto de tener serias dificultades para vender tanta sandía». Así, señala Soler, «en los últimos años se está generando un exceso de producción que genera en estas grandes empresas la necesidad de realizar considerables ofertas para colocar la sandía en el mercado. De esta forma, perjudican gravemente a los pequeños y medianos productores». Muchos de ellos, «están dejando de cultivar sandía como tradicionalmente los hacían en esta fechas. Cada año aumenta el número de abandonos porque la baja rentabilidad está haciendo de tal forma mella en sus economías familiares que ni siquiera, las casas de suministros les proporcionan las materias primas necesarias. Además, les han cortado el agua a parte de ellos». Y es que, como asegura Pascual Soler, «cuando la rentabilidad disminuye de esta forma, las entidades financieras dejan de apoyar a los productores». Esta tendencia, «lamentablemente creemos que continuará».
En la zona del Levante almeriense, tradicionalmente, se han obtenido resultados rentables con el cultivo de la lechuga y la sandía. Pero el incremento de los costes de producción y el mayor esfuerzo para soportar la competencia está derivando en la búsqueda de alternativas seguir vivos en la agricultura.
Pascual Soler, desempeña, junto a su socio, la gerencia y presidencia de Tomasol, empresas dedicada a la comercialización de verduras y frutas. Tras estos años de ‘vacas flacas’ Soler comenta que en la empresa están planteándose el cultivo de otros productos que sean menos cultivados en la zona, con el fin de obtener una rentabilidad que les permita mantener el negocio. Así, comenta Soler que «estamos estudiando la posibilidad de cambiar la producción, optando por el cultivo de otras verduras que requieran una inversión menor, en los que tengamos menos competencia, tales como habas, coliflor o calabacín, entre otros».
«Si hemos protestado frente al anterior Gobierno para que nos escuche y atienda las necesidades que tienen los agricultores, ahora tendremos que hacerlo ante el actual porque la situación sigue igual», afirma Pascual Soler, vicepresidente de Asaja-Almería, considerando que, los agricultores se enfrentan a momentos cada vez más complicados sin que obtengan ningún tipo de respuesta por parte de las administraciones públicas. «Este Gobierno tiene que presionar en la unión Europea para que se corrijan los desequilibrios en precios que están lastrando la actividad», asevera Pascual Soler.