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Un cambio complejo hacia la igualdad en el mundo rural

Las costumbres arraigadas en el entorno rural y sobre todo, como indican desde los colectivos que representan a las mujeres y familias del campo como Amfar-Almería, Ceres o Fademur, esa mentalidad estancada, en muchos casos, en el pasado, hace más complejo aún el cambio hacia la igualdad en los núcleos en los que la actividad agraria es la base de su desarrollo. Las nuevas tecnologías han significado una ventana abierta al mundo para los colectivos del campo, pero «más aún para las mujeres, puesto que han podido conocer las posibilidades que ofrece la sociedad para su desarrollo», apunta Adoración Blanque, presidenta de Amfar-Almería.

 

En los últimos años, esta apertura al mundo se ha visto complementada con una sucesión de normativas que amparan al desarrollo de la mujer hacia la igualdad de oportunidades en el mundo agrario. Pero, «es necesario avanzar aún en un cambio de mentalidad, por lo que, no comenzaremos a ver los frutos hasta que pasen, al menos, dos generaciones», determina la presidenta de Amfar. No obstante, sí se ha evidenciado una gran evolución en el tiempo, aunque «se vaya consiguiendo de forma muy lenta», asegura Francisca Iglesias, secretaria general de UPA-Almería.

Desde la década de los 50, se remonta Blanque, «con la llegada de la televisión a los pequeños pueblos se marcó un antes y un después en la perspectiva de la mujer rural». Esta evolución daría un gran salto, continúa Adoración Blanque, «con la proliferación de la telefonía móvil y el acceso a Internet». Gracias a estos avances se comienza a caminar «hacía la autonomía de la mujer», afirma la presidenta de Amfar. Se abre un periodo en el que la mujer reivindica unos derechos que, para ella, no existían hasta el momento. «Tener conciencia del derecho al acceso a la educación, la posibilidad de abrir una cuenta corriente a su nombre o tomar una decisión sin que su marido la supervisara, fueron un descubrimiento en el mundo rural, toda una novedad», comenta Adoración Blanque.

Pero, aunque se ha avanzado «mucho», coinciden Iglesias, Blanque e Inmaculada Idáñez, presidenta de Ceres-Almería y responsable del Área de Igualdad de Coag, «la mujer sigue contando con un hándicap hacia la igualdad que se establece en su propia conciencia», explica la presidenta de Amfar-Almería. Eso hace que la evolución legislativa a favor de la mujer rural, en temas como la Ley de Titularidad Compartida de las Explotaciones Agrarias o en la misma Ley de Igualdad, sólo quede como avances «de cara a la sociedad pero que no se ponen en práctica en la realidad, debido, principalmente, a la falta de amplitud de miras de la mujer».

Además, de este obstáculo, «la mujer rural nunca contará con una igualdad real de oportunidades en el contexto general de la sociedad porque sólo hay que fijarse en las desventaja que acumula respecto a la mujer urbana», expone Inmaculada Idáñez. Las posibilidades que se ofrecen a las féminas que habitan en grandes urbes, tanto en el ámbito social, como en el educativo, laboral o cultural, por citar algunos, «nos muchas más que las que tiene a su alcance cualquier mujer que habita en un pequeño núcleo rural», insiste Idáñez.

Sin embargo, «en materia laboral, todas las mujeres nos enfrentamos a la misma gran dificultad», señala Adoración Blanque. Y es que «vivan donde vivan, el nombre de mujer lleva ligada la gestación de la vida, uno de los grandes impedimentos que tenemos nosotras a la hora de acceder a un puesto de trabajo. Los empresarios tienen en cuenta esta condición a la hora de contratar o de renovar una relación laboral».

Formación

Entre los retos que se marcan las principales asociaciones que agrupan al colectivo de mujeres rurales se encuentra la mejora de la formación para «alcanzar la igualdad de oportunidades en el medio rural y frente al resto de mujeres», acentúa la presidenta de Ceres-Almería. Al respecto, reconocen las responsables de las asociaciones que «se ha mejorado bastante la formación en el campo dirigida a mujeres, lo que ha favorecido su desarrollo. Por ello, como clave para continuar mejorando la visibilidad de la mujer es necesario que mantenga esa línea de adquisición de conocimientos en todas las materias». En este sentido, apuntan a que el aumento de los cursos puestos en marcha por distintas administraciones han facilitado a la mujer rural obtener la preparación necesaria para afrontar nuevos retos en su futuro profesional. «La mujer rural es emprendedora», asegura Inmaculada Idáñez. Iniciativas vinculadas a la actividad agraria han facilitado la autonomía laboral de colectivos de mujeres rurales en los últimos años. «Muchas mujeres están utilizando los canales cortos de comercialización para vender sus productos, algunos de ellos cultivados en el campo y otros que requieren de un proceso de elaboración artesanal, como puede ser el queso, por ejemplo», comenta Inmaculada Idáñez. En Ceres han puesto en marcha una campaña de promoción de estos productos elaborados por mujeres, para distribuirlos por parques naturales, buscando el compromiso de establecimientos relacionados con el sector hostelero. En el Parque Natural Cabo de Gata colaboran en esta iniciativa con las asociadas de Ceres un centenar de establecimientos. Asimismo, a través de su web promocionan sus productos artesanales elaborados por todo el territorio nacional.

El cooperativismo agrario «es más fuerte ahora entre las mujeres», asegura Francisca Iglesias. No obstante, «las ilusiones puestas en el desarrollo profesional autónomo en demasiadas ocasiones se ven frenadas por la falta de recursos económicos, porque grandes ideas se quedan en el camino o tardan en ponerse en marcha debido a la falta de financiación», asevera la secretaria general de UPA-Almería.

La capacidad en la gestión de la mujer y su espíritu emprendedor que destaca la responsable de la Unión de Pequeños Agricultores de la provincia, se ve eclipsada por uno de los grandes problemas que acontecen en la sociedad actual como es la violencia de género, «un problema de hombres y mujeres, de todos en general, pero que se hace más difícil de afrontar para las mujeres rurales» afirma la presidenta de Ceres-Almería. Y es que, asegura Idáñez «para una mujer que vive en un pequeño pueblo es más difícil denunciar hechos como éstos debido a esa mentalidad que la diferencia». Por ello, en esta asociación están desarrollando una campaña dirigida a las féminas de núcleos rurales «tratando de concienciar de la importancia que tiene no silenciar estas conductas», comenta Idáñez. ‘¿Hacemos un trato?, denuncia los malos tratos’ es el lema de la campaña que desarrollan en Ceres y con la que ofrecen esa igualdad al acceso a información más detallada a la mujer rural.

Avance en el salario agrario

Aunque la igualdad «es difícil de alcanzar sobre todo por esa mentalidad impregnada por las costumbres», asegura Adoración Blanque, presidenta de Amfar-Almería, «lo cierto es que en lo que se refiere al trabajo en el campo, concretamente a los salarios que se perciben en las distintas tareas agrícolas y ganaderas, se ha equiparado en los últimos años», afirma Blanque.

En estos momentos, « cobra la misma cantidad de salario una mujer y un hombre por desempeñar un mismo trabajo en el sector agrario», indica la presidenta de Amfar-Almería. Es lo que denomina Adoración Blanque, «un avance razonable». En relación a la actividad empresarial, tampoco se observan grandes diferencias entre la condición masculina y femenina. Y es que, asevera Blanque que «en temas de gestión y conocimientos en general, relacionados con la actividad agraria, la mujer ha elevado su nivel hasta equipararse al de los hombres». Algo que «antes ni siquiera pasaba por la cabeza de las que se suponían meras colaboradoras».

Toma de decisiones

La presencia de la mujer rural en los ó
rganos directivos de cooperativas, empresas agrarias, comunidades de regantes u organizaciones de agricultores y ganaderos, entre otros colectivos y entidades vinculadas al campo, continúa siendo muy inferior a la del hombre. No obstante, apunta Francisca Iglesias, secretaria general de UPA-Almería, «en la última década, sobre todo, la mujer ha aumentado su participación en entidades de peso en el mundo agrario». Sin embargo, la responsable de la Unión de Pequeños Agricultores reclama que «esa participación sea efectiva porque en la mayoría de los casos a las mujeres que están presentes en los órganos representativos de entidades agrarias se las tiene aún de adorno».

Y es que, según Francisca Iglesias, «a la mujer, todavía, en este mundo en el que los hombres siguen siendo una amplia mayoría, no se le deja participar en la toma de decisiones». Por eso, una de las reivindicaciones practicadas por la Unión de Pequeños Agricultores de Almería es esa participación activa a la hora de contar con la opinión de una fémina en las decisiones importantes de una empresa agraria o cualquier entidad. «De que nos vale que la mujer acceda en masa a los principales estamentos de los colectivos agrarios sino va a contar con ningún poder de decisión. La mujer no necesita ser un simple florero que cuente sólo como un adorno más», concluye Iglesias.

María José Martínez Pardo

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